Con su cuerno de anís pescaba una canción
¿Por qué no ha caído Fidel? Hace veinte años las respuestas eran sencillas: algunos dirían: por la solidaridad internacionalista de los pueblos, otros acudirían al clásico argumento de la división del mundo entre EU y la URSS. Después de un par de décadas nadie puede apelar a estas explicaciones, y pareciera que –conforme al dominio epistémico de la biología- todo dependiera de la existencia física del comandante. Si queremos avanzar un poquito más allá de la obviedad, deberíamos preguntarnos porque los yankees mantienen su bloqueo, habida cuenta que, cual unicornios azules, nos fuimos poniendo viejos y grises dejando caer la visiones doctrinarias por el peso de las razones de mercado.
Contestamos sin vacilar (embebidos del vigor amatorio con que le robábamos un beso a las doctrinas): la necedad del bloqueo sostiene la inteligencia del presidente Castro. Esa es la incógnita ahora revelada de cincuenta años de revolución, que puede desarrollarse del siguiente modo: la identidad institucional de la mafia de Miami necesita vituperar eternamente al héroe y cerrarle a la isla los caminos del mercado. Mientras que los cubanos de Cuba -pescadores de la vida- arrojan las redes o algún cuerno del espíritu en la generosa marea musical por la que navega su historia.
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