13 de agosto de 2009

A 60 años de la Dirección de Educación Especial en la Provincia de Buenos Aires

Primera parte

La educación especial es el eje de las prácticas educativas que se desarrollan en los territorios.

Plantear como eje la construcción de ciudadanía, tomando la categoría de Ernesto Laclau, implica aceptar que la categoría de ciudadano ha perdido el carácter natural que antes se le suponía. Si como sostiene Ignacio Lewkowicz se ha producido una mutación de la subjetividad moderna, que sustituye el ciudadano por el consumidor, tenemos que convenir que lo que antes era una certeza ahora cuanto menos se ha trasformado en un problema. Efectivamente el niño moderno, cuyo origen -como señala Philip Ariès- se remonta al cercano siglo XVIII, era el ciudadano del futuro en torno al cual nacieron saberes y dispositivos.

Entre los primeros surge la pedagogía, y dentro de los segundos aparece la escuela. En cambio el consumidor se clasifica en targets y el niño actual se ha convertido en uno de ellos. Entonces si no hay ciudadano del mañana, puede concluirse que tampoco hay una educación común que tome al viejo niño moderno como sujeto (existe nada más que en proyectos sin destinatarios concretos), y por lo tanto solamente hay practicas educativas que tienen que definirse situacionalmente. En cada una se establece el desarrollo de capacidades al servicio de un proceso colectivo, ergo en ningún caso pueden dejar de ser especiales.
Con este ariete hay que enfrentar el doble discurso insensato, a partir del cual por un lado se apunta a la desaparición de educación especial en nombre de la “escuela inclusiva”, y por otro lado cada vez se deriva o se pretende derivar más niños a su jurisdicción .

O bien porque se trata de niños expulsados sociales, que por su situación de desnutrición o desesperanza no pueden acceder a un proceso de enseñanza; o porque esos mismos chicos en un momento de esperanza demandan a través de los problema de conducta ; o también pueden pertenecer a niveles sociales de altos o medio ingresos, pero que saludablemente no pueden incluirse en el dispositivo establecido para una subjetividad que ya no existe ; o sino llegan por la deprivación radical de suministros ambientales, que es el caso de los que presentan trastornos emocionales severos; o se derivan en razón de los trastornos congénitos, padecidos muchas veces por nacidos con escaso tiempo de gestación; o atendiendo a los que sufren de discapacidades provocadas por accidentes, en el marco de las condiciones de vida que no contemplan el cuidado de una criatura.

Entonces parafraseando a Charly García: la educación especial puede desaparecer, pero la educación común… ¡va a desaparecer! O más bien ya ha desaparecido, dejando en su reemplazo la escuela galpón. Esta es la escuela que ha perdido su referencia con las prácticas que le daban sentido, quedando como un deposito de cuerpos.

En tal sentido se hace patética esta referencia de Jacques Ranciére a la relación entre política y filosofía a partir de Sócrates: “El encuentro primero de la política y la filosofía es el de una alternativa: o la política de los políticos o la de los filósofos” .

Efectivamente si nos disponemos a pensar y mensuramos las categorías con las que nos conducimos al respecto, actualmente el político -como en la Grecia de los tiempos de Socrates- es el peor modo de llamar a quien se encarga de administrar los intereses públicos. Volviendo a Rancière: sí “se expande la opinión desencantada de que hay poco para deliberar y que las decisiones se imponen por si mismas, al no ser el trabajo propio de la política otra cosa que la adaptación puntual a las exigencias del mercado mundial y el reparto equitativo de los costos y beneficios de esta adaptación” , entonces las prácticas educativas quedan fuera de todo interés y sujetas a la inercia señalada.

La inercia de la gestión educativa se llama “educación común”, y solo tiene la consistencia virtual de una declaración de principios ajena al hacer educativo con niños y adolescentes en los territorios .
Después está la valiente labor de los docentes que no quieren ser gendarmes al servicio de la iniquidad, y trabajan en las escuelas, sean cuales fueran, para darle sentido a sus prácticas.

La estrategia para que ese esfuerzo no se pierda en el desencanto, está en el encuentro de las escuelas dentro de los distritos y regiones. Está es la clave para pensar en los territorios, conforme a las problemáticas que se definan luego del debido debate, la escuela situacional como alternativa a la escuela galpón . En tal sentido cada escuela puede enhebrarse a otra para trabajar con las distintas subjetividades infantiles que relevaron al ciudadano del mañana, evitando los lugares comunes y las trivialidades de la identidad jurisdiccional, como por ejemplo la oposición entre educación y clínica.

Estas consistencias no están supeditadas al Estado, dependen de advertir la chispa que ya se ha hecho presente en las escuelas y distritos , y serle fiel para que no sea sofocada por el camión de bomberos de la inercia .

De esa manera hay que alcanzar la justicia evangélica que pone al Cesar en su lugar, no esperando que le de sentido a nuestras prácticas. Se logra sí somos fieles a la polis del territorio, dándole pertinencia situacional a la frase de Marcos: “El pueblo manda, el gobierno obedece”. Por esa senda se avanza para sustituir la figura abyecta del “político”, por la digna presencia del tesorero que administra los recursos comunes.


1 Más que doble discurso es el agujero negro de la catástrofe del sistema educativo.

2 El manual DSM IV los tipifica como trastornos de atención con hiperactividad, o trastorno disocial, y nosotros preferimos tomarlos en el marco conceptual de Donald Winnicott señalando que se trata de la tendencia antisocial como momento de esperanza en el horizonte desesperanzado de la deprivación.

3 De estos niños se ocupan particularmente Cristina Corea e Ignacio Lewkowicz en una de sus obras más difundidas. (Cristina Corea - Ignacio Lewkowicz. Pedagogía del aburrido. Escuelas destituidas, familias perplejas. Paidós, Buenos Aires, 2004)

4 Jacques Rancière, El desacuerdo Política y Filosofía, Nueva Visión, Buenos Aires, 2007. p. 7.

5 Ídem, p.6.

6 Nos referimos al territorio como lugar habitable más allá de los espacios virtuales, en el artículo Encuentro con los cuerpos (Revista Psicoanálisis y el Hospital N º 35, Invierno 2009, Buenos Aires, pp116 – 126).

7 Ver Encuentro con los cuerpos.

8 El libro “Chicos en banda” se han convertido en un clásico para pensar situacionalmente el trabajo con niños y adolescentes
(Silvia Duschatzky – Cristina Corea, Chicos en banda. Los caminos de la subjetividad en el declive de las instituciones, Paidós. Buenos Aires, 1999).

9 En el artículo Encuentro con los cuerpos hacemos referencia a la Comisión de Trastornos Emocionales Severos, que funcionó en la Dirección de Educación Especial de la Provincia de Buenos Aires entre el 2002 y el 2005, con delegaciones de inspectores y docentes de todas las jerarquías y localidades que trabajaban en esa especialidad. Esta fue una experiencia con docentes que venían marcados por el sesgo de los colectivos educativos surgidos después de diciembre de 2001, animados a pensar situacionalmente sus prácticas.





Diego Zerba

Diego Adrián Zerba nació el 11 de enero de 1953 en la Ciudad de Buenos Aires. Es Licenciado en Psicología, Psicoanalista, Profesor Adjunto de la materia Psicoanálisis: Freud y docente en Psicoanálisis: Escuela Inglesa de la Facultad de Psicología / UBA. Profesor Adjunto en la materia Psicología del Ciclo Básico Común / UBA. Director del Centro Asistencial FUBA XXII. Supervisor de instituciones clínicas y educativas. Autor de numerosos artículos publicados en revistas y libros de distintos géneros. Autor de los libros La estructuración subjetiva. Pensar las psicosis infantiles (JVE, 2005) y Aldea Panóptica. Ideas – Situaciones - Prácticas. Compilador, junto a María Massa, de los libros: El mal – estar en el sistema carcelario (El Otro, 1996) y Síntomas carcelarios. El estado contraataca (Letra Viva, 1998).
Powered By Blogger