Como todo primer domingo de mes, se despierta -con mucho trabajo- al mediodía. Todavía un poco mareada de tanto viernes y sábado, va a la cocina para desayunar. Prepara unas tostadas y un café con leche. Una vez satisfecha saluda a sus amigos imaginarios: un fantoche triste, y un rulemán con la personalidad de un premier ruso aleatorio, dependiendo del día.
Como todo primer domingo de mes, con suma religiosidad, lleva un pedacito de cartón a su boca.
- ¿Una entera? –exclama el rulemán.
- Dale de frente –ruge envalentonado el fantoche triste.
Ella toma ácido sin hacerle caso a lo que sus amigos de fantasía digan.
Ya son casi las tres de la tarde, ella está en un patio y una mariposa se acerca. El bicho queda suspendido en el aire, mirándola fijamente. Las corrientes de viento, ya frescas a esta altura del año, se detienen. El tiempo parece alargarse en un silencio que se hace eterno. Entonces la mariposa le dice con cierta nostalgia: Conozco tu mas oscuro secreto. Acto seguido sus alas se marchitan estrepitosamente y cae muerta al suelo.
Las plantas vuelven a moverse al ritmo del viento. Una poderosa sensación de tranquilidad y confianza la embarga.
Como todo primer domingo de mes, segura de si misma, vuelve a su cuarto y busca su disco favorito: Meteora de Linkin Park. Lo pone en su vieja rockola destartalada y escucha atentamente. Ahora entiende por que está sola.
Como todo primer domingo de mes, con suma religiosidad, lleva un pedacito de cartón a su boca.
- ¿Una entera? –exclama el rulemán.
- Dale de frente –ruge envalentonado el fantoche triste.
Ella toma ácido sin hacerle caso a lo que sus amigos de fantasía digan.
Ya son casi las tres de la tarde, ella está en un patio y una mariposa se acerca. El bicho queda suspendido en el aire, mirándola fijamente. Las corrientes de viento, ya frescas a esta altura del año, se detienen. El tiempo parece alargarse en un silencio que se hace eterno. Entonces la mariposa le dice con cierta nostalgia: Conozco tu mas oscuro secreto. Acto seguido sus alas se marchitan estrepitosamente y cae muerta al suelo.
Las plantas vuelven a moverse al ritmo del viento. Una poderosa sensación de tranquilidad y confianza la embarga.
Como todo primer domingo de mes, segura de si misma, vuelve a su cuarto y busca su disco favorito: Meteora de Linkin Park. Lo pone en su vieja rockola destartalada y escucha atentamente. Ahora entiende por que está sola.