15 de febrero de 2008

UNA MENTE SIN RECUERDOS

¿La genética será el nuevo horóscopo?
Bruno Massare
Revista Ñ / Número 210 / sábado 6 – 10 - 07


Hoy me propongo presentar el lugar metafísico que se le asigna a la biología genética, en tanto se la considera, dentro de la modernidad tardía, como la perfección última que explica todo lo relativo al mundo sensible que habitamos. Es decir que se trata del lugar que ocupaba el mundo inteligible en la concepción de Platón. Por lo tanto se impugna todo lo relacionado a lo que varía, sin pagar tributo a la forma perfecta y eterna que puebla el mundo inteligible. En esta metafísica contemporánea se trata del gen. O sea que no se admite nada que haga variar a lo natural (o la Physis, como llamaban los griegos a la naturaleza), que cambie el curso de lo determinado desde siempre, fuera de la dimensión del tiempo. Este platonismo biológico y su imperio en la cultura actual, impugna toda intervención del adulto que no se dirija por el camino preformativo de la genética. Comenzando por la seducción de un adulto en la erogeneización del cuerpo del bebé, indicada por Sigmund Freud; y continuando por su revés, las provisiones ambientales del hogar señaladas por Donald Winnicott.

Según Freud, el niño se constituye en perverso polimorfo a partir de la seducción por un adulto. Detengámonos en la etimología griega del término polimorfo. En primer término polimorfo deriva de poli: múltiple, morphe: forma. A su vez morphe deriva de Morpheus: dios del sueño asociado a las apariencias engañosas. Es decir que la morphe es lo contrario a la Eidos de la que hablaba Platon, como la forma pura e inmutable de lo inteligible. La multiplicidad de las formas engañosas tampoco guarda continuidad con la Physis, que deriva de phyo: yo nazco, broto, crezco. Es decir lo establecido como necesario desde el nacimiento.
O sea que el polimorfismo corresponde a la multiplicidad de formas engañadoras, que la actividad humana en el mundo sensible puede producir. Es decir que el adulto seductor desvía de la noción de Physis como lo necesariamente determinado desde el nacimiento. Lo desvía a través de la actividad lúdica, transformando el curso necesario de la naturaleza en ficciones, formas falsas y aleatorias influenciadas por Morpheus.

En los tiempos modernos tardíos, la genética se arroga haber terminado con la historia. Esto se advierte cuando no se le concede ningún lugar a toda otra transmisión que no sea la genética. Por ejemplo: la evidencia más significativa que se plantea para sostener el origen genético del autismo es el porcentaje de hermanos gemelos autistas que supera el 90 % de los casos. Esta evidencia queda relativizada si se contempla la posibilidad de otra transmisión, como lo es la historia familiar.

En este contexto la psicología queda circunscripta al estudio de la mente, cuyas determinaciones son genéticas. De tal manera sobre la premisa de haber alcanzado los planos de la molécula, la mente es la organización de los procesamientos de información (como plantea Mario Carretero, entre los más divulgados) a la manera de un entorno informático instalado en el hardware, o una construcción de significados en la relación del hombre con la comunidad, como formula Jerome Bruner, dentro de una cultura sin malestar ya que su único limite y condición la da la biología.
Así a la vertiente de Michel Foucault podemos añadirle esta actualización: La metafísica biológica funda una biopolítica extrema, en la cual el único cuerpo concebible es el que responde dócilmente a las determinaciones biológicas, ya sea de modo directo o indirectamente a través de la mente. Planteado de ese modo, el niño autista no atraviesa una interrupción de la constitución subjetiva debido a la falla en la asistencia ambiental temprana, como podemos formular en una línea winnicottiana que toma la historia del niño (de sencilla verificación empírica, por cierto), sino que sufre de una limitación de su mente con una causalidad que en última instancia remite a un origen genético. En este marco se construye un niño cognitivo, al cual se puede acceder solamente por dos entradas:

1. La satisfacción de sus necesidades biológicas.
2. El desarrollo de los proceso cognitivos albergados en su mente.

Cualquier otro abordaje es la entrada por la ventana del abuso. Por eso las acusaciones de abuso en la escuela recaen generalmente sobre los docentes cuyas materias tienen que ver con el cuerpo del niño: sea música, sea educación física.

Entonces…, quien se banca operar sobre el cuerpo del niño en los tiempos de la biopolítica extrema, en la que el poder se arroga haberse quedado con los planos de la vida. Quien tiene autoridad para juguetear cono el pequeño niño, sin sentirse amenazado por no tener la información sobre la teoría pedagógica más actualizada para tratarlo adecuadamente (actualidad sancionada exclusivamente por el maridaje entre psicología cognitiva y neurociencias), o quedar sospechado como un depravado abusador de la criatura simplemente por entrar en contacto con su cuerpo sin la finalidad de ejercerle un condicionamiento. De tal modo, por esta ruta, podemos colegir la siguiente conclusión: en tanto expropiados del cifrado de la molécula somos ignorantes radicales de la vida. Así la seducción que abría al niño a las formas engañosas que lo hacían un perverso polimorfo, queda impugnada por el primado omnipotente de la genética que ha ocupado el lugar del mundo inteligible de Platón. Ya no hay lugar para las formas engañosas de Morpheus; que hacen a un cuerpo erógeno como señalaba Freud. Es necesario que todo contacto con el cuerpo explicite que tipo de acción se va a lograr con el: por ejemplo estimular al bebe con un juguete para inducirlo a desplazarse. O en la rehabilitación de niños autistas, mostrarles tarjetas con diferentes colores para enviarle mensajes indicando las acciones que se esperan de él. Por eso todo contacto con el cuerpo del niño es potencialmente un abuso, sino se aclara previamente que objetivo se quiere alcanzar con dicha acción.

A diferencia de la tabla rasa de John Watson, el niño cognitivo tiene una mente rasa sólo preparada para procesar información (siempre y cuando no esté fallado el disco rígido). En tal sentido cada uno de nosotros es un niño cognitivo, como muestra con cierta ironía la película Eterno despertar de una mente sin recuerdos (Michel Gondry, 2004). Recordemos de forma mínima su argumento: Cada integrante de una pareja decide borrar todos los recuerdos de esa relación, a través de un tratamiento que consiste en formatear sus respectivas mentes.

Así llegamos a la perversión generalizada (si podemos llamarla así) de un niño sin edad, olvidado por la seducción. Un niño fijado a un rasgo que lo cristaliza en una clasificación (TGD, ADD, TOC, AP, etc.), y le permite evitar el caos general de la biopolítica extrema.
Cada uno de nosotros es tomado como una mente sin recuerdos, para lo cual deben quedar fuera de escena los cuerpos que no respondan a los cifrados de la genética o a los procesos cognitivos de la mente sin recuerdos. Cuando entraron en escena ocurrió el 19 y 20 de diciembre de 2001.

Cierro con esta cita de Jean Baudrilliard a tono con lo expuesto:

Habría mucho que decir sobre la objetividad de este código genético que sirve de prototipo de lo <> a todo el universo combinatorio, aleatorio y lúdico que nos rodea. ¿Pues que es la <>? ¿Qué verdad encierra? O bien no encierra otra cosa que la verdad, es decir el tablero de mando del destino transformado en tablero de mando operacional. Tras nuestra pantalla de de telemando biológico, ya no hay juego, ni cosa alguna en juego, ni ilusión, ni puesta en escena: ya no queda otra cosa que hacer, salvo modularla, jugar con ella como se juega con las tonalidades o los timbres de una cadena estereofónica.

Bibliografía

Baudrilliard, J. (1986): De la seducción, Madrid, Cátedra.
Bruner, J. (2002): Acción, pensamiento y lenguaje, Madrid, Alianza.
Carretero, M. (1997): Introducción a la psicología cognitiva, Buenos Aires, Aiqué.
Corominas, J. (1973): Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Madrid, Gredos.
Foucault, M. (2007): Nacimiento de la biopolítica, México, FCE.
Freud, S. (1979): Tres ensayos sobre una teoría sexual en Obras Completas, tomo IX, Buenos Aires, Amorrortu.
Padilla, R. (2006): Psicología cognitiva. “Un nuevo paradigma” en Lecturas en psicología, María Teresa Lodieu (compiladora), Buenos Aires, Proyecto.
Winnicott, D. (1986): Realidad y juego, Barcelona, Gedisa.
Zerba, D. (2007): Aldea Panóptica. Ideas – Situaciones - Prácticas, Buenos Aires, JVE.

No hay comentarios.:





Diego Zerba

Diego Adrián Zerba nació el 11 de enero de 1953 en la Ciudad de Buenos Aires. Es Licenciado en Psicología, Psicoanalista, Profesor Adjunto de la materia Psicoanálisis: Freud y docente en Psicoanálisis: Escuela Inglesa de la Facultad de Psicología / UBA. Profesor Adjunto en la materia Psicología del Ciclo Básico Común / UBA. Director del Centro Asistencial FUBA XXII. Supervisor de instituciones clínicas y educativas. Autor de numerosos artículos publicados en revistas y libros de distintos géneros. Autor de los libros La estructuración subjetiva. Pensar las psicosis infantiles (JVE, 2005) y Aldea Panóptica. Ideas – Situaciones - Prácticas. Compilador, junto a María Massa, de los libros: El mal – estar en el sistema carcelario (El Otro, 1996) y Síntomas carcelarios. El estado contraataca (Letra Viva, 1998).
Powered By Blogger