Diego Zerba
Cuenta el relato que los demonios dejaron de ser ángeles al ser arrojado del paraíso por amotinarse contra Dios. Un modo de rebelión celeste sería disputarle al hacedor la permanente presencia junto al hombre, con lo cual nuestro custodio más fiel sería el demonio de la guarda. ¿Qué les toca –entonces- a los ángeles fieles al plan divino? Abandonarnos a nuestra suerte cuando confundimos su presencia con la del mismísimo creador. ¿No habrá sido el error de Noé que necesitó olvidarlo con un diluvio de vino y soledad?
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